domingo, 29 de noviembre de 2015

20 De Rabanal del Camino a Molinaseca

Día 21 de Abril
Hoy tengo intención de ir desde Rabanal del Camino hasta Molinaseca, una etapa de unos 25km. aproximadamente.


Hoy toca una de las etapa más emblemáticas del camino, hoy toca subir a la Cruz del Ferro, y no sé porque tiene un especial significado para mí.
El día es fantástico, luminoso, el campo está espectacular, el brezo en flor cubre toda la montaña con un manto color lila. De repente me acuerdo de lo que me quería decir ayer una señora francesa, a la que no acababa de entender cuando me decía que hoy nos tocaba una etapa muy bonita y trataba de decirme el nombre de una planta que cubría todo el monte, "la bruyère" y yo no sabía a cual se refería, le nombré las jaras, las lavandas, las campanillas, pero no! ella me dijo que cuando lo viera sabría a qué se refería, y así es: El Brezo ya no lo olvidaré.




Al llegar a Foncebadón, llevaba idea de tomarme un cafecito, pero me encuentro el pueblo con obras, y además se para un autobús lleno de chinos justo en el momento que yo llego, Dios mío!! todos van con una mochilita, se van a poner a andar a la vez que yo? los de las obras también se quedan un poco alucinados, yo me olvido del café y empiezo a andar deprisa, no me apetece ir rodeada de chinos en esta etapa, por suerte veo que de momento van todos a la cafetería, yo por si acaso me las piro.




Un par de km. más de subida y llegamos a la susodicha Cruz del Ferro, por suerte solas en este momento.
Aquí si toca hacer nuestra parada, pido todo lo que tengo que pedir, lloro todo lo que tengo que llorar y dejo todo lo que tengo que dejar.








Ya, con el espíritu aligerado, continuamos, ahora vamos por un camino pegado a la carretera, aunque casi no se ve pues el brezo la cubre, ni se escucha ya que tiene muy poco tráfico.




El camino recorre una zona preciosa, parece que con la primavera han brotado todas las flores, miras hacia la izquierda y están los montes de León, todavía con nieve


Y si miro hacia la derecha me encuentro con la cadena de los Picos de Europa, un poco más lejos, pero a la vista.


Se lo voy mostrando a un chico brasileño, con el que me he puesto a hablar, aunque imagino que a él no le debe de sonar nada lo de Picos de Europa, ni Asturias, casi no habla español, pero me cuenta las peripecias que ha tenido hasta que ha llegado aquí, su viaje en avión, hace dos días estaba en Brasil, ayer en Madrid, luego bus hasta Astorga, y no sé que más, hoy está aquí, en medio del monte, con él, llegamos al refugio de Manjarín, otro de los lugares que no hay que pasar sin conocer, por lo visto, lo lleva un fraile, que se autodenomina el último templario 


Pero por desgracia, hoy no está, lástima, me hubiera gustado conocerle, el hospitalero que hay hoy nos invita a un té, doy un vistazo a las fotos y toda la parafernalia que tienen por allí, ponemos el sello en la credencial y seguimos con nuestro camino.


Mi amigo brasileño sigue su marcha, quiere ir mas lejos que yo, y se va mas rápido, la Lisa y yo seguimos a nuestro paso, con el que vamos encantadas.


Llegamos a El Acebo, un pueblecito donde había pensado parar en un momento dado, pero es muy pronto y vamos muy bien.




Al pasar por una fuente, intento refrescar un poco a la Lisa, y se acerca una chica francesa a acariciarla y a preguntarme, charlamos un poco, ella vive aquí, me pregunta si tengo comida para la Lisa, o si necesito algo, me dice que si la espero un poco tomándome algo, que me prepara una bolsa  de pienso. Qué maja! Me voy a tomar un vinito al mesón y me encuentro al conductor del autobús de esta mañana de coreanos! que no son chinos! me cuenta que se están haciendo el camino andando, pero que el autobús los lleva luego a dormir a sitios más grandes o donde tengan plaza y que al día siguiente le vuelve a llevar al sitio donde se quedaron. Me dice que así vienen muchos, que los traen ya con todo organizado  desde allí. Ahora los está esperando a comer aquí en el mesón.
Mientras, la dueña del mesón es otra fan de la Lisa y la hace entrar en el bar, le saca comida de sus perrillos, así que me pido algo para comer yo tambien, pues estamos agusto y hace hambre. El producto más típico de  El Bierzo es el Botillo, no me atrevo con él, pero si me animo con unas croquetas caseras del mismo, que están buenísimas, también sale la madre, que es la cocinera, a ver si me han gustado, Uhmmmm!! me dan ganas de comer más, o de quedarme aquí ya y terminar la etapa, pero empiezan a llegar mis amigos coreanos, y me dicen que a Molinaseca sólo me queda 1 hora y media y que es de bajada, así que me animo, muy a mi pesar.
A la salida del pueblo, en la puerta de un chalet, la francesa me ha dejado una bolsita de pienso, al oir ladrar a su perra, sale y me pregunta si tendrá suficiente, es un placer ir encontrándote gente tan amable y que te trate tan bien.



El camino es precioso, además todo bajada, aunque voy un poco preocupada por la Lisa, porque el suelo es todo de lajas de pizarra y me da miedo que se pueda cortar con alguna.
El camino se hace pista y me alcanza un señor con un coche, y me pide que sujete un rato a la perra, que tiene ovejas sueltas más adelante, y que tiene dos mastines cuidándolas y andan un poco picados con el ¡lobo! Sí, sí que hay lobos por aquí cerca! que él va a sujetar un poco a sus perros para que podamos pasar sin problema.
Y al rato llegamos a Molinaseca


Un pueblo precioso, al que se accede cruzando este bonito puente medieval.


Sus magníficas casas, con sus blasones, dan muestra de la importancia que debió llegar a tener en la época medieval.



Me dirijo al albergue de la Marina, que se encuentra a las afueras


Es un albergue privado y bastante grande, donde me dan una sala enorme con un montón de literas, para nosotras solas, tenemos cena comunal en la que coincido de nuevo con los australianos, con unos holandeses, unos belgas y una pareja de japoneses, sólo yo española; la cena en inglés como viene siendo habitual, la japonesa nos obsequia con unas tarjetas de caligrafía que hace ella y nos da a elegir una a cada uno.


Después de cenar cada uno a su cama, yo me entretengo un rato mimando mis queridísimos pies, que después de 20 días y más de 400 km andados aquí están, sin una herida, sin una queja, respondiendo al camino, a las subidas y a las bajadas, a las llanuras y a las piedras, a la sobrecarga de todos los días, cuando al cabo del día me tumbo, a estas horas los dejo respirar y los mimo un rato si puedo, se lo merecen!!!!






1 comentario:

  1. Esta sí que debió ser una etapa especial, la Cruz de Ferro creció un poco el día que pasásteis tú y Lisa por allí.

    Yo recuerdo como si fuese ayer cuando pasamos nosotros, también hicimos noche en el mismo albergue que tú de Molinaseca.

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