Dia 4 de Mayo
20 km. tan sólo!!!
20 kilómetros, frente a los seiscientos y pico ya recorridos desde que el 2 de Abril cerrásemos la puerta de casa. Lejos, muy lejos, aunque sólo haya pasado un mes. Nos queda lejos ya, aquella subida al puerto de la Fuenfría, lejos la Tierra de Pinares, el sonido del cuco y de nuestros pasos, lejos el Páramo y el viento, Wamba y Simancas, sor Piedad, el Anastasio y el cocido de Aurora de Villalón. Lejos cuando me encontré con Santiago y sus galgos y me llevó por el buen camino a ver las avutardas, lejos los abuelos que se creían que estaba loca al vernos pasar. Lejos la llegada al Gran Francés, la Catedral de León, los perros ladrando en mitad del paso, los aullidos de los lobos. Queda lejos ya tambien la subida a La Cruz del Ferro, las cenas comunitarias, los coreanos, los australianos los alemanes. Ahora ya estamos aquí, a 20 km sólo de la Catedral, cuatro o cinco horas más y todavía dudo de si el camino va a terminar aquí hoy, o vamos a continuar hasta el mar, hasta Fisterra, hasta el Fin de la Tierra.
Para llegar a Santiago a la misa del peregrino a las 12.30 tendríamos que salir alrededor de las siete de la mañana, y en un principio esa es la idea, pero el día amanece lloviendo y Ramiro nuestro hospedero, nos convence de que seguramente la mañana abrirá y nos dice que hay otra misa de peregrinos a las 19.00 de la tarde, así que desayunamos tranquilas lo que nos ha preparado y nos disponemos a disfrutar tranquilas la etapa de hoy.
Efectivamente la mañana clarea y por un rato podemos ver el azul del cielo
Todavía pasamos por alguna aldea y los últimos resquicios de bosques de robles y eucaliptos,
antes de adentrarnos en territorio sometido a una intensa presión urbanística. Aeropuerto, áreas residenciales y asfalto.
En Lavacolla, reaparece una lluvia intensa, y dejamos de ver por un buen rato los mojones que nos van indicando cada quinientos metros la distancia a Santiago, así que, por un buen rato continuamos creyendo que avanzamos, pero cuando reaparecen las indicaciones, o bien están con algún error o bien hemos pasado por un túnel del tiempo hacia atrás porque parece que hemos retrocedido, pasamos el aeropuerto, que hace rato creíamos haber pasado, y por la televisión gallega, pero el monte do Gozo no llega nunca!!!
La lluvia se intensifica, y por un momento se convierte en lluvia torrencial, al pasar por la urbanización de san Marcos vemos un restaurante y aprovechamos para resguardarnos un poco en la terraza que tienen con un toldo y tomarnos algo caliente. Allí hasta los propios paisanos están sorprendidos de la lluvia que cae en ese momento.
Cuando vemos que amaina un poco, nos volvemos a poner en marcha ora vez, y llegamos a un complejo turístico y de ocio, lleno de casetas de souvenirs, aunque con la mitad cerrada ya a estas horas en vista del mal tiempo que hace hoy.
El Monte do Gozo, no tiene nada que ver con el lugar donde los peregrinos medievales contemplaban con inmensa felicidad las torres de la catedral.
Ahora encontramos un monumento, por cierto bastante feo, conmemorativo de la visita del papa Juan Pablo II.
Continuamos por la carretera, que vamos siguiendo y, como casi en todas las ciudades grandes, la entrada resulta larga y pesada. A la lluvia se le suma ahora un vendaval, Y tenemos que cruzar por sucesivos puentes la autopista AP-9, la vía del tren y la autovía de circunvalación.
Pasada ésta, seguimos recto la Rúa de San Lázaro, en el barrio homónimo, a lo largo de un kilómetro, hasta desviarnos a la izquierda por la Rúa dos Concheiros y, más adelante, seguir recto la Rúa de San Pedro, que ya nos sitúa a las puertas del núcleo histórico.
Caminamos por las calles empedradas. Iglesias, tabernas y tiendas de todo tipo.
Nos vamos cruzando con gentes que deambulan deprisa hacia el trabajo o que pasean con calma entre la ciudad monumental. La mayoría ni nos mira.
Estás acostumbrada a pasar por pueblos donde todo el mundo saluda al peregrino, pero la ciudad te convierte en un personaje anónimo, uno más de los cientos que cada día llegan hasta ella.
El giro de tuerca emocional se activa en la plazoleta de la Porta do Camiño
Aumenta el pulso y el paso, la intensa emoción se desata después de tantos kilómetros y algunas dificultades, la explosión interior es indescriptible cuando empiezas a escuchar el sonido de una gaita a la vez que entras en la plaza del Obradoiro
Has llegado al Obradoiro, kilómetro 0 del Camino. Aún no ves la catedral. Frente a tí se alza el edificio de la Xunta y el Ayuntamiento, pero hasta que tus pasos no te llevan hasta el centro de la plaza y te giras para mirar atrás, no alcanzas a ver la fachada de la catedral.
Los abrazos con los compañeros de ruta y fatigas son tan comunes en la plaza del Obradoiro como los rictus de plácido esfuerzo, de sacrificada felicidad…
La Lisa hoy es famosa en la Plaza del Obradoiro, varios peregrinos que hemos ido conociendo estos días van llegando y todos se quieren hacer fotos con ella, así que se va a Japón, a Alemania, a Francia y a EEUU.
Los sentimientos encontrados, la alegría y tristeza del “final”.
Sentada, abrazada a la Lisa que ha sido mi compañera inseparable tantos días, pasan todo tipo de recuerdos, me aíslo como en una burbuja, de la que, poco a poco voy saliendo y volviendo a la realidad.
En ese momento, la Lisa decide acurrucarse entre mis piernas, está cansada, ella sabe y me dice de esta manera que nuestro camino se ha terminado. Un verdadero punto y aparte.
